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TOMAR EL SOL, FUENTE DE VITAMINA "D"

Salud General

La exposición al sol de forma moderada es imprescindible para conseguir la cantidad de vitamina D que requiere nuestro organismo

La vitamina D es un nutriente especial que puede obtenerse a través de los alimentos y también sintetizarse por el propio cuerpo a partir del contacto de la luz solar con la piel. Este micronutriente es imprescindible para la correcta absorción del calcio, a la vez que permite su depósito en los huesos y la regulación de los niveles de este mineral en la sangre. Aunque son muchos los supuestos beneficios que se han atribuido a esta vitamina y al calcio (la prevención frente al cáncer, la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la mejora de la respuesta inmunitaria, etc.) la evidencia científica solo permite destacar su papel en el mantenimiento de la salud ósea.

El sol aporta numerosos beneficios para nuestra salud. La síntesis de vitamina D se realiza cuando la luz solar, en concreto la fracción ultravioleta B (UVB) entra en contacto con la piel. Los estudios indican que una insuficiente exposición al sol incrementa el riesgo de padecer algunos cánceres como el de colon, mama y próstata e incluso, por extraño que parezca, también el de piel.

Con la llegada del verano son habituales y reincidentes los consejos acerca de la importancia de proteger la piel de los rayos solares. Es bien sabido que una excesiva exposición al sol aumenta el riesgo de padecer cáncer de piel, por lo cual se recomienda limitarla, evitar las horas más calurosas y utilizar cremas de protección solar.

Habría que buscar un equilibrio, un término medio que reduzca el riesgo de cáncer y que permita obtener los beneficios de la exposición al sol, entre ellos, la síntesis de la vitamina D. Según la Organización Mundial de la Salud es suficiente con exponer la cara y los brazos al sol durante unos 30 minutos al día.

Estos minutos son fáciles de conseguir para la mayoría de la población española en primavera y en verano. Sin embargo, el frío y la poca luz solar del resto de estaciones no garantizan una producción suficiente de vitamina D durante todo el año. Para ello, los excedentes de esta vitamina liposoluble se almacenan en el tejido graso del organismo para un uso posterior, si bien la OMS alerta de un posible riesgo de déficit de vitamina D en las personas que salen poco de casa, llevan ropa que cubre toda la piel -como las personas mayores o los bebés-, tienen una piel oscura y usan por costumbre filtros solares.

Muchos bebés, en especial quienes nacen en invierno, pasan los primeros meses de vida en casa y, cuando salen a pasear, lo hacen tapados con mucha ropa. Si nacen en meses más calurosos, a menudo se evita salir en las horas de más sol. Algunos viven en ciudades con edificios altos y contaminación, que bloquean la luz del sol. Otros niños son de color o piel oscura y casi todos los padres aplican cremas de protección solar a los pequeños para evitar que se quemen. Todas estas circunstancias suponen una baja exposición al sol, a menudo insuficiente para que los bebés sinteticen la vitamina D necesaria para cubrir sus requerimientos.

La Comisión Europea afirma que exposiciones cortas de 15 minutos a la luz del sol varias veces por semana son suficientes para garantizar una fabricación adecuada de vitamina D y evitar las quemaduras en la edad infantil. Aún así, es habitual que el pediatra recomiende la administración de suplementos a los bebés amamantados con lactancia materna. Los niños que toman biberón con leche de fórmula, al estar enriquecida con esta vitamina, no requerirían estos suplementos.

Aunque no haya unanimidad en este tema, tanto la Academia Americana de Pediatría como la Asociación Española de Pediatría recomiendan un aporte diario de 400 Unidades Internacionales (10 microgramos) de vitamina D durante el primer año de vida del niño. Por su parte, la Comisión Europea solo recomienda los suplementos en bebés y niños con riesgo de déficit, es decir, con lactancia materna exclusiva y que están poco expuestos a la luz solar. Sería el caso de los bebés que permanecen en casa casi todo el día, quienes van totalmente cubiertos con ropa cuando salen a la calle, pasean tapados por el plástico del carrito, los niños de piel oscura o a quienes se protege con cremas solares.

En cualquier caso, si se recurre a los suplementos, es imprescindible recordar la importancia de ajustarse a la dosificación prescrita, ya que un exceso de vitamina D puede tener efectos perjudiciales: desde anorexia (falta de apetito), pérdida de peso, debilidad, vómitos y estreñimiento, hasta fatiga y desorientación.

El Instituto de Medicina de Estados Unidos, a partir de una exposición solar mínima, aconseja una ingesta diaria de vitamina D que llega a 15 microgramos en personas de 70 años y a 20 microgramos, para los mayores de esta edad.

Las Ingestas Dietéticas de Referencia que ha establecido la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética oscilan entre 5 y 15 microgramos/día en función de la edad.

Las principales fuentes alimentarias de esta vitamina engloban a alimentos que no siempre se incluyen en la dieta de forma habitual: pescado azul, huevos, alimentos enriquecidos como los cereales del desayuno, leche, margarina, etc. Es por ello que, además de revisar la dieta e ingerir los alimentos indicados con regularidad, no se puede olvidar la importancia de la síntesis de vitamina D a partir de la exposición solar.