
Marca tus límites y aprende a decir no
Te voy a contar una historia: María es una mujer trabajadora y amable, siempre dispuesta a ayudar a los demás. En la oficina, sus compañeros suelen acudir a ella para pedirle favores, desde revisar informes hasta cubrir turnos adicionales. Aunque está agotada y tiene su propio trabajo por hacer, le cuesta negarse, porque teme que la vean como alguien poco colaborativa.
En su vida personal, la situación es similar. Su familia y amigos le piden constantemente ayuda con tareas o favores, y aunque a veces no tiene tiempo o energía, acepta por miedo a decepcionarlos. Como resultado, María se siente sobrecargada, frustrada y sin espacio para sí misma.
¿Te suena? Seguro que conoces a una persona cercana que se comporta de esta manera… o eres tú quien se reconoce en María, porque toleras situaciones que te desgastan y pospones tus propias necesidades.
¿Quieres saber cuál es la razón que hay detrás de este comportamiento? La respuesta es casi siempre la misma y lamentablemente, sucede más de lo que creemos: desde pequeños muchos hemos sido educados para ser amables, ayudar a los demás y evitar conflictos. Esto nos ha llevado a asociar el ‘no’ con algo negativo y lo interpretamos como una respuesta egoísta o una muestra de desinterés.
Profundizando en las causas, detrás hay un miedo al rechazo o a que las personas nos dejen de querer; un sentimiento de culpa, porque pensamos que estamos siendo egoísta o irresponsables; un deseo de aprobación y querer agradar a los demás para ser aceptados; o falta de autoestima, porque no nos consideramos lo suficientemente valiosos como para priorizarnos.
Esto nos lleva a decir constantemente que sí a todo y, por consiguiente, a sufrir estrés y ansiedad; perder el tiempo y la energía en actividades que no nos aportan nada; construir relaciones desequilibradas, en las que damos más de lo que recibimos o frustrarnos por no tener tiempo para nosotros.
La solución es aprender a poner límites y priorizarse sin sentirnos culpables. Sin embargo, a veces no es tan fácil, por lo que te voy a ayudar a cambiar esa interpretación o creencia para que sustituyas esa emoción incómoda que te genera decir ‘no’. Te invito a que pienses que poner límites es un acto de respeto y amor hacia nosotros mismos.
Y la manera en la que puedes decir ‘no’ sin culpa y comunicar tus límites de manera clara es la asertividad. Además, la puedes aplicar a cualquier situación de tu vida diaria. Tan sólo tienes que seguir estos seis pasos:
- En primer lugar, reconoce tus necesidades y prioridades: antes de decir ‘sí' a cualquier solicitud, pregúntate: ¿realmente quiero hacer esto?, ¿tengo tiempo y energía para ello?. Si la respuesta es ‘no’, tienes derecho a rechazarlo. Así que la siguiente pregunta es: ¿cómo decir ‘no’ de forma asertiva?
- Empieza por exponer los hechos de forma objetiva, sin dar tu opinión personal. Por ejemplo, vamos a seguir con el ejemplo de María: su hijo le acaba de pedir que le lleve a comprar ropa deportiva, pero ella tiene un fuerte dolor de cabeza. María le diría: ‘Me has propuesto ir de compras, pero no me siento bien, porque me duele mucho la cabeza’. Debe ser un tono amable y seguro, sin ser agresivo.
- A continuación, explicas cómo te sientes ante este hecho. María le contaría a su hijo: ‘Me siento sin fuerzas para poder ir’.
- Acto seguido, cuentas tu necesidad en ese momento. María diría: ‘Necesito descansar un poco a ver si se me pasa, porque no estoy en condiciones de salir de casa y conducir’.
- Y por último, lanzas una propuesta de acuerdo. María le plantearía a su hijo: ‘¿Qué te parece si vamos este fin de semana que tenemos más tiempo y seguro que me habré recuperado?
- En ese momento, escucharías la respuesta que te daría tu receptor y llegaríais a un trato en el que las dos partes salieran ganando.
Puedes practicar esta forma de contestar en diferentes situaciones y de diferentes maneras, para que cuando llegue el momento de hacerlo, te sientas con más seguridad. La clave es que cambies tu interpretación: decir ‘no’ no te convierte en una mala persona, sino en una que se respeta lo suficiente como para no sobrecargarse de responsabilidades.
Cuando comiences a poner límites, notarás cambios positivos en tu vida: tendrás más tiempo para tí, más confianza, relaciones más equilibradas y saludables, menos estrés y agotamiento y mayor bienestar emocional. Y con el tiempo notarás que tus verdaderos amigos y familiares respetarán tus decisiones. Sólo necesitas empezar a practicar. ¡Haz que suceda!
